29 de octubre de 2007

Walking Around


Gracias a David 0.1 por el archivo que me envió, quedé tan conmovida que lo subo disculpándome con los dueños si se ofendieran con la publicación.
"Walking Around"


Sucede que me canso de ser posmoderno.

Me cansan la nueva arquitectura, la nueva educación, la nueva política, la nueva poesía y la “nouvelle cuisine”.

Me asfixian los edificios inteligentes. Me hastían el "design", los cafés a la moda, los lugares donde la vida abandonó para siempre a las formas y donde, habitualmente, terminamos pagando un café cortado muy aguado.

platos de restaurantes anoréxicos, menús sin fondo, donde se sirven platos abstractos incomibles.Me aburren los escuálidos

Me fastidian las charlas y seminarios “a todo power point”, donde la falta de ideas se suplanta con tecnología de punta.

Me cansaron los arquitectos “posmodernos”, pagados de sí mismos, para los cuales la belleza es una palabra impropia de usar en conversaciones entre pares.

Sucede que me canso de ser posmoderno...

Me sorprendo, de pronto, a mí mismo cantando canciones pasadas de moda. Visito viejos barrios del poniente, con sus casas de fachada continua, con su banco y su árbol en la vereda, con sus interiores frescos y misteriosos. Busco desesperadamente picadas donde acceder a platos generosos.

Me hastían los datos "cool" de las revistas "cool": hojeo con fervor periódicos de provincia mal impresos y llenos de noticias caseras, de vida social ridícula, de campeonatos de rayuela, con olor a tinta fresca, que se te queda pegada en los dedos.

Me aburren la poesía minimalista, los cuentos minimalistas, la filosofía analítica: me doy unas panzadas de Pablo de Rokha, y de sus libros desmesurados, épicos, turbulentos, escritos por el último macho, llenos de errores, como la vida.

Quiero oír otra vez a curas que prediquen como lo hacía el Cristo de Elqui.

Me encanta la gente que no tiene “blog” ni página web alguna y que enterró sus celulares muy al fondo de sus jardines.

Me dan ganas de asustar a un "newyorker" con un copihue cortado. Sería estupendo salir por las calles con un organillero y un loro de siete lenguas y declararle la guerra al futuro.

A veces, veo en sueños que se vuelven a abrir clubes radicales en todas las ciudades, con amplios sillones de cuero donde fumar puros a destajo y sin temor a la Ley Seca. En esos clubes hay reinas de la primavera que coquetean como en los viejos tiempos.

Sucede que me canso de ser posmoderno... "Quisiera volver a entrar en las cantinas con los pies empapados,/ tenderme junto al excremento de las vacas,/ volver al reino del cielo azul y las hojas secas (...)”.
¡Cuánto quisiera reiniciar la pichanga que no terminamos, en el barrio que ya no existe!

¡Que el símbolo del Gobierno vuelva a ser lo que fue, con su cóndor y su huemul reales!

¡Que llueva otra vez sobre Santiago, como antes, para que nos encerremos a comer sopaipillas en tardes largas y deliciosamente aburridas! ¡Que vuelvan los míticos apagones de antaño, para jugar de nuevo a la pieza oscura!

Eso me sucede mientras vago por una calle de la ciudad, donde ya no hay gente ni niños que jueguen, donde suenan las alarmas y ladran odiosos perros detrás de altas, horribles rejas.


(Cristian Warnken, El Mercurio)

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